04/08/2010
A unas 3 horas de vuelo de Kuala Lumpur, siento que recupero energía. El vuelo está siendo muy muy cómodo, pese a ser de bajo coste: los azafat@s son encantadores, ¡incluso me está gustando la comida del avión!, en los emails que me he intercambiado con el hostel, la gente me ha parecido un amor... ¡Si es que hasta la moneda me hace gracia! Acabo de pagar la comida del avión en dólares y me han devuelto en la moneda malasia: los ringgits. Que es como una onomatopeya telefónica en papel.
Tengo que deciros que a estas alturas, y tras casi 5 meses en India, necesitaba salir. En los últimos tiempos, la paciencia con los indios y su manera de hacer las cosas, sus casi perpetuas intenciones de timarte e interpretar lo que dices, lejos de continuar haciéndome gracia y creándome curiosidad, me llevaban a la exasperación más absoluta en menos que canta un gallo. Tenía que irme. Menos mal que el último mes lo he pasado entre amigos y familia: mi madre y Charo, Lizzy y Dídac.
Y la verdad es que no me arrepiento ni un segundo ni del tiempo que he pasado en India ni de las rutas que he hecho. Todavía me quedan cosas por conocer y sé que volveré, pero en estos momentos quiero ver otros países, otra gente y relajarme un poco, porque si de algo me he dado cuenta en el último mes, es de que India es un país en el que uno pelea mucho. Más si se es mujer. Yo ya me he acostumbrado y lo he hecho parte de mí, me he vuelto leona, pero ahora me gustaría volver a ser yo misma: un poco happy flower, sonriente, relajada y sexy. ¡¡¡Porque estoy hasta las narices de taparme hasta las cejas con 40 grados a la sombra!!!
Así que ¡allá voy sudeste asiático! A disfrutar como una gatita y a pelear como una leona, si es necesario.
jueves, 5 de agosto de 2010
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